Pamplona-Iruña tenía en la década de los ochenta alrededor de 180.000 habitantes, era una ciudad pequeña, donde aún se respiraba un ambiente popular de proximidad y se había convertido historicamente en la ciudad más rockera del País Vasco, bastión de referencia para artistas como Leño o Ramoncín, que durante varios años inició sus giras en esta población. Sus barrios vivían en constante ebullición y como respuesta a su catolicismo intrasigente y al hecho de ser tierra fronteriza se convirtió, al igual que Vitoria-Gasteiz, en una ciudad juvenil y culturalmente ácrata.
La explosión musical se inició gracias a la insistencia de los hermanos Goñi, Marino y Patxi, que a principios de los ochenta crearon Soñua, uno de los primeros sellos independientes del País Vasco, sello que durante los años venideros se dedicó a publicar todos aquellos primeros discos de bandas como La Polla Records , Kortatu, Hertzainak, Cicatriz o Potato y, por supuesto,también de las bandas de la propia ciudad. Marino y Patxi formaban parte, además, de una de las primeras bandas de Pamplona, Motos, y posteriormente cuando está se separó montaron Fiebre que se dieron a conocer a través de su participación en una cinta recopilatoria denominada Iruña for Katakrak. No es ninguna casualidad que en 1980 Marino realizara un programa en Radio Popular llamado, “Más o menos rock”, en el que, entre otros, colaboraban el “Drogas” o Jimmi, quien años después montarían Barricada y Tijuana in Blue respectivamente.
En 1980 nacía, de las cenizas de Sorgiñak Irratia, una de las pioneras a nivel estatal, la radio libre Radio Paraiso aunque a mitad de la década la radio más activa en la ciudad ya era Eguzki Irratia, surgida de los colectivos ecologistas en 1982. El estudio de la Eguzki estaba en un piso a pocos metros del mismo centro neurálgico de la actividad juvenil de la ciudad que representaba la calle Calderería, exactamente en la esquina de la calle del Carmen con la calle de la Curia , y a menudo sufría el acoso de las fuerzas represivas aprovechando cualquier manifestación que acabara con disturbios en sus alrededores, acoso que se unía a las constantes amenazas telefónicas de los mismos miembros de los cuerpos del orden que añoraban el pasado reciente en aquella Iruña post-franquista.
A mitad de la década se extendía por el Estado español el movimiento de ocupación de casas, y a finales de 1984 y principios del 85 se realizaron las primeras ocupaciones tanto en el País Vasco como en Madrid y Barcelona. Precisamente fue en Iruña donde se utilizó por primera vez la letra K como símbolo distintivo del movimiento, pues allí se creó el Katakrak como colectivo dinamizador de las demandas de espacios colectivos: “La idea surgió en la Eguzki Irratia , emisora libre de Iruña en la ke se juntan personas de distintas tendencias kulturales, musikales, formas de pensar, etc.; fundamentalmente jóvenes ke desarrollan formas de organización propias. Jóvenes a los que la sociedad les niega un trabajo, así komo los medios necesarios para desarrollar sus propias actividades. A partir de akí empezamos a movernos. Lo primero fue koncienciar a la gente del problema”, (La Puça i el general, nº 45, junio 1985). Muchos de los grupos musicales que pululaban por las calles del Casco Viejo de la ciudad se volcaron en su apoyo, de este modo nació Iruña for Katakrak casete colectivo solidario, ironizando sobre el USA for Africa (“We are the world, we are the children...”), que nos presentó toda aquella gran hornada de grupos pamplonicas rebeldes: Tijuana in Blue, Belladona, Malos Tratos, Porkería T, Ultimátum...
El 30 de marzo de 1985 miembros del colectivo realizaban la primera ocupación, un edificio situado en la calle Zapatería 40 del cual fueron desalojados tras unas horas; unos meses después, el día 21 de septiembre, volvían a intentarlo, con idéntico resultado, en este último caso la policía municipal con apoyo de la policía nacional realizó un desalojo violento que acabó con diversos heridos y detenidos. El 14 de diciembre hubo un último intento de ocupar la casa que no se materializó a causa de las numerosas fuerzas represivas apostadas en la misma puerta del edificio.
Katakrak fue el colectivo embrionario y a partir de aquella propuesta libertaria, joven y transgresora, surgió todo un movimiento contracultural que se articulaba alrededor de pequeños colectivos como BAH (Borrachos Anónimos Hips, algo así como la sección pamplonica del PGB) o KKKKK (Komité Kaguen Kristo Krucifikao Kopón), y hasta de los propios conjuntos musicales (vinculados a traves de Kokorrock, Kolektivo de Konjuntos de Rock), pero también a través de los medios de comunicación alternativos. Además de las radios libres los otros medios de comunicación alternativos eran los fanzines: del círculo creativo de Radio Paraiso nació, en abril de 1983, La Regla , en el que tuvo bastante peso alguno de los miembros de Barricada, y de la unión de activistas de Eguzki Irratia y del Katakrak surgió, TxopTxop, que vió la luz en enero de 1985, entre sus instigadores se encontraba Jimmi, que ya llevaba un par de años colaborando en la revista Muskaria, y en la sección musical del periódico Egin, Bat, bi hiru. Paralelamente Eskroto, el otro cantante de Tijuana, creó junto a unos colegas (Patxi y Rafa, este último del grupo Virus de Rebelión) el punkzine Ni Fronteras Ni Banderas, probablemente uno de los fanzines de mayor repercusión de los realizados en Pamplona.
Paralelamente a la creación de Katakrak, durante los Carnavales de 1985, se intentó utilizar un solar vacio de la calle Calderería para realizar actividades populares, la primera de ellas la realización de un concierto con algunas de aquellas nuevas bandas de rock: se solicitó el permiso pertinente al Ayuntamiento, permiso que fue concedido junto a la cesión del escenario para la realización del mismo, pero el día previsto para la actuación los representantes municipales dieron marcha atrás a su decisión y enviaron un grupo de funcionarios para el desmontaje del tablado, ante lo cual los organizadores y los propios músicos ocuparon pacificamente la tarima para intentar evitarlo, motivo aprovechado por la alcaldía para enviar a los agentes del orden que con su actitud prepotente provocaron unos importantes disturbios. A partir de aquel día todos aquellos colectivos juveniles sumaron a sus demandas las de la construcción de una plaza (Eguzki Enparantza) en el solar, a lo cual el Ayuntamiento respondió edificando un muro que fue derribado por los jovenes en numerosas ocasiones, tantas como los funcionarios lo volvieron a levantar, cada vez con mayores cimientos para evitar el sabotaje colectivo, llegando a proteger el muro, durante un par de semanas, varias patrullas de la policia consistorial.
La ciudad se encontraba inmersa constantemente en disturbios, y la represión era especialmente cruel, la batalla por el centro de Pamplona era diaria y la tortura estaba a la orden del día, buena muestra de ello es que la gran mayoría de los grupos musicales de la ciudad lo reflejaron en sus letras, tanto Belladona: “Cierras los ojos, cruzan tu mente los sádicos rostro de los torturadores, solo quisieras librarte de ellos, más que los golpes duele la impotencia” (“Golpe tras golpe”, Belladona, Las mujeres y los negros primero), como Barricada: “La tortura en los interrogatorios, agresiones, angustia y dolor” (“Barrio conflictivo”, Barricada, Barrio conflictivo) o Tijuana in Blue “Siente la violencia, puedes ser el siguiente, asesinatos, violencia, a manos de un gobiero demente” (“Victimas de su poder”, Tijuana in Blue, A Bocajarro). Probablemente por ello, también la heroina intentaba hacerse un hueco en esas céntricas calles que conformaban el Casco Viejo, “Ese fantasma del polvo blanco, vacuna fácil contra la rebelión, juego perfecto, partida doble, bolsillos llenos, un sucio negocio” (“Chico vuelve”, Belladona, Las mujeres y los negros primero). La realidad cotidiana era que las manifestaciones surgían casi espontaneamente, ya fueran motivadas por las reivindicaciones nacionalistas vascas o por aquellos jovenes con sus nuevas y poco habituales demandas que se iniciaron con la necesidad de locales, continuaron con las protestas antitaurinas y llegaron a la osadía de realizar contramanifestaciones ateas frente a las procesiones cristianas de Semana Santa de 1986, contramanifestaciones que abrieron Jimmi y Eskroto, vestidos con atuendos eclesiáticos, y que eran seguidos por una pancarta en la que se leía “Cristianos a los leones”, esto, en una ciudad dominada por el Opus Dei como Pamplona, era un sacrilegio inaceptable y en más de una ocasión pudimos ver como crucfijos y otras herramientas litúrgicas eran utilizadas como armas de ataque por parte de aquellos cristianos y cristianas enloquecidos por la ira y hasta endiablados por la intrasigencia: “Entonces se liaron los mozorros con sus cirios y sus cruces, ayudados por los munipas, a repartir otra tanda de hostias a la gente, ke se tuvo que refugiar en los bares”, (Resiste, nº 2, 1986). Estas manifestaciones anticlericales se repitieron durante la Semana Santa de 1987 con la particularidad de que para evitar incidentes se realizaron el jueves, día previo a las procesiones católicas.
Ese mismo año de 1986 durante las fiestas de San Fermín la policía municipal utilizó una nueva táctica para limpiar la cudad, táctica consistente en desterrar gratuitamente, sin provocación previa, a cuantos punks se cruzaban en su camino, jovenes que eran detenidos sin motivo y trasladados en furgonetas policiales a una veintena de kilometros de la ciudad. La limpieza del Casco Viejo se había iniciado días antes de las fiestas populares con el cierre institucional de un par de bares (el 10 y el Sardina), cierres que motivaron diversas concentraciones, más o menos, etílicas, algunas de las cuales acabaron con graves altercados motivados por la acuación desmesurada de los miembros de la policía municipal faltos de sentido del humor y poco dados a la socialización cultural que representaban aquellos bares precintados. Esta situación de clausuras continuas en la calle Calderería y de actos públicos contra las mismas se mantuvo durante más de un año, llegándose a condenar a dos años de prisión a algunos de los participantes detenidos en los mismos.
Joder que bien se está en nuestra capital
txiquita y apañada, pero para que quieres más.
Cuando salimos fuera la echamos a faltar
pero hay alguien que sobra, ya sabes por quien va
(“La vida sigue igual”, Tijuana in Blue, A Bocajarro)