Cada día
intento aprender
a crecer recto como el árbol,
pero el viento me modela,
el corrimiento de tierras me tuerce
y, en los días extremos,
el relámpago me hace arder.
Aún así,
cada día,
sigo intentado aprender
a crecer recto como el árbol,
pero manteniendo siempre,
en el alma de mi corazón,
la fuerza del viento
y el calor del relámpago,
y en mi cabeza
las raices.
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